Cada 31 de diciembre, los fuegos artificiales iluminan el cielo, pero también provocan accidentes recurrentes. Las quemaduras en manos y rostro, así como lesiones en los ojos, son las más comunes. Muchos ocurren por sostener cohetes demasiado tiempo o usar botellas y tubos improvisados. En niños, el riesgo aumenta sin supervisión. Autoridades advierten que la pirotecnia es material explosivo y peligrosa.