A una de mis hijas le ha dado por el cuidado de las plantas y la verdad, me da gusto ver que tiene buena mano para la jardinería. Tengo en casa algunas de las plantas que me ha regalado y también estoy aprendiendo a cuidarlas.
Tener plantas ayuda en más de una manera. Me relaja al regarlas y limpiar sus hojas, al descansar mirando cómo adornan o embellecen los espacios, limpian el aire y me da mucha satisfacción cuando de alguna surge alguna flor y sobre todo, contemplarlas hace que también afloren los recuerdos y algunas ideas como ésta que comparto ahora.
Hace muchos miles de años que alguien tomó una rama, la enterró en el suelo y vio que comenzaba a crecer y a echar raíces, generando así una planta idéntica a la que le quitó la rama, empezando así la práctica de la clonación o los rudimentos de la agricultura. Clonación viene de la palabra griega Klon, que significa retoño, rama o brote, así que por siglos venimos consumiendo gustosos frutos clonados.
El término tomó relevancia mundial en 1996 con Dolly, la primera oveja clonada. Noticia que parecía sacada de una novela de ciencia ficción y decíamos “¡hasta dónde vamos a parar!”. Algo así como lo que pasa ahora con la inteligencia artificial.
La clonación ya ha traído beneficios en el caso de la agricultura, por ejemplo, y se han enumerado algunas ventajas como la posibilidad de producir órganos para trasplantes y salvar así la vida de un ser humano, la propagación de animales en extinción para mantener un equilibrio ecológico, y también podría servir para, de manera Salomónica, resolver conflictos sobre la patria potestad de los hijos en un divorcio en el que los ex-cónyuges no se ponen de acuerdo.
O reproducir a genios como Albert Einstein, Isaac Newton, Ludwig van Beethoven o Aristóteles, aunque como dijo Thomas Edison: “El genio es el resultado de 1% de inspiración y 99% de transpiración”, o sea los factores extragenéticos tienen una enorme importancia, pues las circunstancias tienen diferentes efectos sobre los mismos genes.
Si el día de mañana la clonación fuera ya parte cotidiana de nuestras vidas, algunas frases tendrían un sentido más literal: ¿Es tu retoño? ¡está igualito a ti!, “de tal palo, tal astilla”, “Tengo que enfrentarme a mismo”, “debo vencer mi propio récord”, “Lo que él pida por favor, atiéndanlo como si fuera yo”, “perdón que te lo diga, pero no eres original”.
Así mismo, otras frases ya no podríamos usarlas como hasta ahora: “¡Sí, a ti te hablo! ¿Acaso hay otro Juan Pérez?”, ¡Epa!, ¡tranquilo que no me puedo hacer dos!”, “No hay nadie como tú”, la canción “Tú y yo somos uno mismo” volvería a ser un éxito y el colmo sería copiarle la tarea a tu clon y trabajar de doble en alguna película. Si te divirtió, te relajó o te incomodó este texto, es porque estás vivo, y la vida es una e irrepetible y como México no hay dos. ¡Viva México!
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