No humanizamos a los animales, ellos nos hacen más humanos

No humanizamos a los animales, ellos nos dan la oportunidad de ser más humanos. Al adoptarles ellos nos rescatan; lee un poco más de este escrito.

Jorge Valdivia
Noticias
Columna de Jorge Valdivia 8 de julio de 2024

Siempre me han gustado los animales. Crecí con un perro que era un año mayor que yo. Él se fue al cielo de los perritos a los 16 años, cuando yo tenía 15 (todos los perros van al cielo). Lo quise mucho. Lo quiero mucho. Lo recuerdo seguido. Fonéticamente su nombre era bonito, aunque quería decir lo opuesto, se llamaba “OGLY”.

En el patio había un par de árboles, uno gigante y uno chaparro. Seguido caían pajaritos de los nidos o los encontrábamos tirados, heridos por un resorterazo de alguno de los vecinitos y mi mamá los curaba.

Tuvimos gallinas también. A veces la casa se llenaba de pollitos y cuando accidentalmente pisábamos alguno, mi abuela los revivía golpeando una olla sobre ellos. De niño tuve una etapa en la que podía pasar horas viendo a las hormigas y a las abejas.

Una vez, mi hija, que estaba muy pequeña entonces y apenas empezaba a hablar, me gritó “papá, mira un insecto”, yo inmediatamente me acerqué y pisé al bicho. Ella me preguntó qué animal era, un grillo, le dije. ¿Pica? me dice. Le contesté que no, “no pica, frota sus patitas y hace un ruidito prit-prit”, y voltea a verme y me dice: “¿y por qué lo mataste?”.

Desde entonces casi a todo bichito lo saco de casa con mucho cuidado. Un verano de hace mucho años, mi abuelo nos acompañó a dos de mis hermanos y a mi en un viaje de vacaciones a Guadalajara, conocimos a familiares y lugares. En casa de una tía, tenían un perro que no atendía las órdenes que le daban, no hacía caso cuando lo llamaban por su nombre, “¡Boby, ven!”, “¡Boby, siéntate!”, “¡Boby, afuera!”, “¡Boby, adentro!”.

Y la verdad no es que el perro fuera desobediente, lo que pasaba es que no se llamaba Boby. ¡Tenía el mismo nombre que mi abuelo! y claro, pensaban que él podía molestarse por eso. Hasta la fecha nos reímos con esta historia. El nombre de cada una de nuestras mascotas: Máximo+ (como mi sobrino-nieto), Frida+, Mía+, Regina, Bruna (como mi bisabuela), Julieta (mi sobrina también comparte este bonito nombre), Renata y Olivia, nunca se decidieron para homenajear o molestar a nadie, se ha dado como un traje a la medida de su personalidad.

Por eso cuando camines y conozcas a una persona con su chihuahua y éste se llame Bernardo o Lobo, ten por seguro que ese pequeñín tiene un fuerte temperamento y no le teme a nada. Sin importar su nombre, estas criaturas son angelitos sin alas en la tierra que vienen a darnos puro amor. Amor puro. Al adoptarles ellos nos rescatan, no al revés, o no del todo. No humanizamos a los animales, ellos nos dan la oportunidad de ser más humanos, por eso, como decía Roberto Carlos, “quisiera ser civilizado como los animales”.

VIDEO: El peligroso camino de los migrantes por el desierto

[VIDEO] Los migrantes que transitas por el desierto de Ocotillo parece que lo hacen por el mismo infierno, pues en verano suele llegar hasta los 55 grados.

¡No te pierdas nuestro contenido, sigue a TV Azteca Baja California en Google News!
DISFRUTA LA SEÑAL DE TV AZTECA
Contenido relacionado
×