En toda ofrenda de Día de Muertos no puede faltar la flor de cempasúchil, conocida como la “flor de los muertos”. Su historia se remonta a las épocas prehispánicas, cuando se creía que su color y aroma marcaban el camino que seguían las almas para reencontrarse con sus seres queridos.
Más que un adorno, el cempasúchil es un símbolo de fe, memoria y amor que florece cada año para iluminar el paso entre el más allá y el mundo de los vivos.












