En Noruega y otros países del norte de Europa, es común ver a bebés durmiendo al aire libre incluso durante el invierno, bien abrigados y dentro de carreolas especiales. Esta práctica, conocida como siesta nórdica, se basa en la creencia de que el aire frío fortalece el sistema inmunológico y mejora la calidad del sueño infantil, siempre bajo estrictas medidas de seguridad y supervisión.