El avance fue logrado por investigadores de la Universidad de Argus, integrando la bacteria Seguanella onidensis al hormigón, formando una red de carga que convierte los muros en auténticas baterías. Pero como todo ser vivo, estas bacterias necesitan alimento. Para mantenerse vivas, las bacterias reciben proteínas y minerales a través de un sistema de microcanales, Incluso pueden reanimarse si mueren, recuperando hasta el 80% de su capacidad energética, siendo identificado como cemento vivo.