¡Por no ir a trabajar! A diario ocurren despidos injustificados que nunca se denuncian: trabajadores presionados para firmar “renuncias voluntarias”, amenazas de represalias o miedo a perder el empleo. Estos abusos persisten a menudo por el desconocimiento que tienen muchas personas sobre sus derechos y por la vulnerabilidad de quienes dependen económicamente del empleo.
Despiden a empleado por faltar
Un caso reciente en España ilustra con claridad esta realidad. En 2022, un trabajador sufrió un infarto y fue ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Estando hospitalizado y sin posibilidad de comunicarse, la empresa lo despidió —alegando “ausencia injustificada”.
Tras una demanda, el asunto llegó al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), que concluyó que el despido era nulo por discriminación: la empresa vulneró los derechos fundamentales del trabajador al despedirle durante su incapacidad médica.
El fallo ordenó la readmisión del trabajador, pago de los salarios pendientes y una indemnización por daño moral de 15 000 euros.
Este resultado —aunque corresponde a un caso particular— podría servir como precedente para otras personas que hayan sufrido despidos similares. Señala la importancia de que quienes enfrentan abusos laborales conozcan sus derechos y no acepten renuncias bajo presión.
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