Construidos en el siglo XVI por frailes dominicos, estos pasadizos, ahora famosos en Oaxaca, unían iglesias como Santo Domingo de Guzmán, La Soledad y Santa Catalina de Siena, permitiendo una comunicación clandestina entre los religiosos. Los túneles de hasta 3 kilómetros de largo y 3 metros de altura fueron redescubiertos a mediados del siglo XXI. Se pensó abrirlos al turismo, pero por falta de seguridad y recursos los mantuvieron sellados.