La casa de subastas Sotheby’s, en Nueva York, vivió una noche que pasará a la historia no solo por el valor del arte, sino por lo insólito de sus protagonistas. Aunque se esperaba que el evento estuviera dominado por el impresionante retrato de Gustav Klimt, fue un objeto inesperado el que acaparó miradas: un retrete de oro macizo y completamente funcional, que alcanzó la sorprendente cifra de 12.1 millones de dólares.
¿En qué consiste esta rara pieza de oro?
Esta pieza, tan llamativa como polémica, se convirtió en el artículo más comentado de la velada. Fabricado en oro sólido, su diseño combina lujo extremo con un guiño irónico al concepto de arte contemporáneo. Para muchos asistentes, el retrete simbolizó la extravagancia del mercado del arte moderno, donde lo cotidiano puede transformarse en una pieza digna de museo cuando la creatividad y el mensaje lo acompañan.
A pesar de su protagonismo, la subasta también marcó un récord histórico con la venta del “Retrato de Elisabeth Lederer”, una obra monumental de Gustav Klimt que alcanzó los 236.4 millones de dólares, posicionándo como la obra de arte moderno más cara jamás vendida. El retrato, de 1.8 metros de altura y pintado entre 1914 y 1916, muestra a la heredera vienesa envuelta en una capa de inspiración asiática. Además de su belleza, la pieza guarda una historia de supervivencia ligada al Holocausto, pues ayudó a Elisabeth a salvar su vida cuando los nazis anexaron Austria.
Los nazis consideraron los retratos familiares como “demasiado judíos” para ser saqueados, lo que permitió que esta obra se preservara. Incluso, en su intento por sobrevivir, Elisabeth llegó a afirmar que Klimt quien no era judío era su padre, apoyándose en los años que él dedicó a su retrato.
Una noche de contrastes: lujo, ironía, historia y supervivencia, todo en una sola subasta.
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