Alguna vez fue una próspera capital minera y uno de los mayores productores de plata del país. Pero tras el declive de minas y la Revolución Mexicana, sus habitantes lo abandonaron, dejando atrás calles empedradas, casonas coloniales y ruinas envueltas en silencio. Hoy, Real de Catorce es un pueblo mágico que atrae a viajeros por su historia, su energía mística y sus leyendas.