Cuando se llega a los quince años, la vida empieza a tener otro sabor. Un sabor que bien a bien, no sabemos si nos gusta o no, como la sopa. Las sensaciones están a flor de piel, lo dulce puede ser muy empalagoso y lo amargo, inaguantable, pero igual se disfruta.
Cuando se tienen quince años somos todo amor, somos un martirio, nos volvemos insoportablemente encantadores, pero no queremos que nadie lo note y adoptamos esa actitud de rebelde que nos hace sentir cool, esa actitud que a los quince nos hace pensar que nos separa de la generación de nuestros padres y la mayoría de las veces, es esa actitud precisamente, la que nos une a ellos, sobre todo a los que tienen muy presente su etapa de adolescentes.
Cuando se tienen quince, crees que el mundo es tuyo, que puedes lograr cualquier cosa que te propongas, y la verdad es cierto. Así que si tienes quince,no dejes escapar tus sueños, empieza a seguirlos. A hacer realidad tus ideas. Tradúcelas en textos, canciones, dibujos y acciones que vayan acompañando tu crecimiento, para después sin remordimientos, mirar con orgullo y dulce nostalgia lo que te ha ido llevando a lo que serás muchos años después de tus quince.