Aunque la lluvia pueda parecer pura, al caer, el agua arrastra consigo una variedad de contaminantes del aire, incluyendo metales pesados como aluminio, plomo, zinc, mercurio, arsénico y níquel, además de diversos microorganismos. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advierte que estos elementos pueden ser perjudiciales para la piel y la salud en general, por lo que no se recomienda el consumo humano directo de agua de lluvia.
Estas son las afectaciones a la piel y síntomas a identificar
Autoridades sanitarias de Perú complementan esta información, señalando que la exposición a fuentes de agua contaminada por lluvias e inundaciones aumenta significativamente el riesgo de irritaciones en la piel e infecciones causadas por hongos, bacterias y parásitos. El peligro principal radica en el contacto prolongado con agua de lluvia empozada o almacenada.
Entre las afecciones cutáneas que pueden desarrollarse se encuentra la dermatitis de contacto, que en casos severos puede provocar heridas similares a quemaduras, con alto riesgo de sobreinfección. Además, la deficiencia en el acceso a agua limpia y saneamiento puede propiciar la aparición de sarna o acarosis, una enfermedad parasitaria altamente contagiosa que provoca picazón intensa.
La presencia de hongos en aguas estancadas es también muy común, llevando a infecciones micóticas que se extienden rápidamente por la piel, causando picazón, descamación y sequedad, e incluso afectando el cuero cabelludo.
Rocío García Martínez, investigadora de la UNAM, enfatiza que, tras una lluvia fuerte, las personas a menudo se enferman no solo por mojarse, sino porque el agua puede contener elementos químicos y bacterias dañinas que ingresan al organismo tanto por contacto dérmico como por ingesta accidental.
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