Baja California enfrenta una crisis ambiental por la contaminación del aire, situación que persiste sin una respuesta por parte del gobierno estatal, encabezado por la Secretaría del Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable a cargo de Mónica Vega Aguirre.
Ciudades como Mexicali, Tijuana, Ensenada y Tecate suelen presentar niveles elevados de partículas contaminantes que rebasan los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud, afectando gravemente la salud de sus habitantes.
De acuerdo con el monitoreo en tiempo real de IQAir AirVisual, Mexicali registra índices de calidad del aire considerados dañinos para grupos sensibles, debido a altos niveles de partículas PM 2.5 y PM 10.
Además del impacto ambiental, la calidad del aire deteriorada representa un riesgo directo para la salud pública, especialmente para personas con enfermedades respiratorias, niños y adultos mayores.
Las partículas finas están relacionadas con problemas cardíacos, cáncer pulmonar y muertes prematuras, de acuerdo con el Sistema Nacional de Información de la Calidad del Aire (SINAICA).
A pesar del riesgo, la Secretaría del Medio Ambiente de Baja California no ha implementado con eficacia el programa ProAire, que debía coordinar políticas públicas para reducir emisiones contaminantes.
Mientras tanto, la ciudadanía de Baja California sigue respirando un aire cada vez más tóxico, sin que la autoridad estatal asuma con seriedad su papel ante una emergencia ambiental latente.
La censura de los medios de comunicación impediría que la sociedad se informe
