En el marco del Día Mundial del Asma, es crucial comprender las distintas manifestaciones de esta enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo. El asma se caracteriza por la inflamación y el estrechamiento de las vías respiratorias en los pulmones, dificultando una adecuada entrada y salida de aire, tal como señala el Instituto de Salud para el Bienestar.
Esta condición puede presentarse a cualquier edad, aunque la población infantil es particularmente vulnerable. A nivel global, la Organización Mundial de la Salud estima que aproximadamente 235 millones de personas viven con asma.
Las personas con asma suelen ser más sensibles a factores ambientales como el clima, el polvo, el humo y diversas sustancias químicas, los cuales pueden desencadenar brotes. Aunque el asma no es contagiosa, las infecciones respiratorias virales, como la gripe o el resfriado común, sí pueden provocar ataques.
¿Cómo distinguir entre los síntomas, un episodio y un ataque asmático?
Es fundamental distinguir entre un síntoma, un episodio y un ataque asmático. Los síntomas son señales que alertan sobre la presencia o el agravamiento del asma. Estos pueden incluir tos persistente (especialmente por la noche o al hacer ejercicio), sibilancias al respirar, opresión en el pecho y dificultad para respirar. Si bien pueden ser leves, su persistencia sugiere un control inadecuado del asma.
Un episodio asmático, o exacerbación, implica un empeoramiento temporal de estos síntomas. Durante un episodio, la inflamación y el estrechamiento de las vías respiratorias se intensifican, resultando en un aumento de la tos y las sibilancias, mayor dificultad para respirar y sensación de opresión torácica.
Factores como alérgenos, infecciones respiratorias o el ejercicio pueden desencadenarlos, y generalmente se controlan con medicación de alivio rápido y ajustes en el tratamiento habitual.
Por último, un ataque asmático representa una forma grave del episodio, que exige atención médica inmediata. Se caracteriza por una dificultad extrema para respirar, la incapacidad para hablar con frases completas, labios o rostro azulados (cianosis) y confusión o somnolencia.
En un ataque, el estrechamiento de las vías respiratorias es severo, y los medicamentos habituales pueden no ser suficientes. Esta situación es potencialmente mortal y requiere tratamiento de emergencia. Conocer estas diferencias es vital para una gestión eficaz del asma y para saber cuándo buscar ayuda urgente.
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