La imagen de la “panza chelera” o “barriga cervecera” es un estereotipo muy común, pero la ciencia nos revela que la cerveza por sí sola no es la responsable de ese aumento de grasa abdominal. Aunque la creencia popular apunta a esta bebida, la realidad es que el fenómeno es el resultado de una combinación de factores y malos hábitos.
El verdadero vínculo: alcohol, botanas y malos hábitos
Una cerveza promedio no contiene una cantidad excesiva de calorías; de hecho, una porción de 356 ml tiene alrededor de 153 calorías, similar a dos rebanadas de pan. El problema no reside en la bebida en sí, sino en cómo el cuerpo la procesa.
El divulgador científico Greg Foot explica que el hígado, al consumir grandes cantidades de alcohol, prioriza su eliminación. Esto hace que las calorías de otros alimentos, como las botanas (papas, alitas, etc.) que suelen acompañar a la cerveza, no sean procesadas eficientemente y se almacenen directamente como grasa, especialmente en el abdomen y las caderas. El médico Daniel Allan de Cleveland Clinic agrega que el hígado prefiere quemar el alcohol antes que la grasa, lo que interfiere con la capacidad del cuerpo para adelgazar.
La panza chelera es más que cerveza
La acumulación de grasa abdominal, conocida como grasa visceral, está directamente relacionada con un estilo de vida poco saludable. La ingesta excesiva de calorías vacías, una dieta desequilibrada y el sedentarismo son los verdaderos culpables.
Además, la edad juega un papel crucial, ya que después de los 35 años, el metabolismo se ralentiza, haciendo más difícil para el cuerpo digerir las grasas. En los hombres, esta grasa tiende a acumularse en el abdomen, mientras que en las mujeres se concentra en caderas y muslos.
Un estudio del Colegio Oficial de Médicos de Asturias incluso afirmó que la “barriga cervecera” es un mito, señalando que un consumo moderado de cerveza (hasta medio litro diario) puede ser compatible con una dieta saludable.
Sin embargo, una panza “dura” o “firme” puede indicar una gran acumulación de grasa visceral, lo que aumenta los riesgos de problemas de salud como diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas e hipertensión. La clave para evitarla, entonces, no es demonizar la cerveza, sino adoptar hábitos más saludables.
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