Cuando te acercas a la despensa y sostienes una bebida azucarada, podrías estar sosteniendo también una amenaza a tu salud hepática. Oncólogos coinciden en que estas bebidas no son solo calorías vacías: su consumo frecuente está directamente relacionado con una inflamación hepática crónica que puede derivar en hígado graso, fibrosis, cirrosis e incluso cáncer hepático.
Estudios por el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos y la Escuela de Salud Pública de Harvard, han comparado tu consumo diario de una o más bebidas azucaradas con quienes apenas las toman, revelando un aumento de hasta 85 % en el riesgo de cáncer de hígado y 68 % en mortalidad por enfermedad hepática crónica entre mujeres posmenopáusicas.
Este efecto no se observa en bebidas endulzadas artificialmente, lo que refuerza el enfoque en su contenido nutricional y no solo en su aporte calórico .
¿Qué bebida causa cáncer?
Los mecanismos detrás del daño persisten: el jarabe de maíz alto en fructosa (HFCS), presente en muchos refrescos, es metabolizado directamente en tu hígado, provocando inflamación, estrés oxidativo, aumento de ácido úrico y un desequilibrio lipídico que favorece el desarrollo del hígado graso no alcohólico (NAFLD) y su forma grave, la esteatohepatitis (NASH).
Estudios preclínicos también muestran cómo el exceso de fructosa promueve tumores al estimular la producción de lípidos hepáticos que nutren directamente a las células cancerosas.
¿Qué revela la evidencia científica?
Un estudio observacional de casi 100 000 mujeres, publicado en JAMA, muestra que quienes tomaban al menos una bebida azucarada al día tenían una tasa de cáncer hepático de 18 por cada 100 000 personas-año, frente a 10.3 en quienes bebían menos de tres al mes; esto se traduce en una razón de riesgo ajustada de 1.85. Sin embargo, como el estudio es observacional, no prueba causalidad directa.
¿Cómo actúa la fructosa en tu hígado?
La fructosa, especialmente en su forma concentrada como HFCS, atraviesa el hígado y se convierte en triglicéridos, incrementando la grasa hepática. Este proceso genera estrés oxidativo, inflamación y daño a las células, promoviendo fibrosis, cirrosis y posiblemente, células cancerígenas .
¿Qué alternativas puedes elegir?
Puedes reducir o eliminar refrescos azucarados de tu dieta sustituyéndolos por:
- Agua natural (con opcional de rodajas de limón o hierbas aromáticas)
- Infusiones sin azúcar
- Jugos de fruta 100 % natural, preferiblemente diluidos o en su forma entera
Además, una alimentación basada en frutas, verduras, proteínas magras y alimentos mínimamente procesados fortalecerá tu salud hepática y reducirá el riesgo de enfermedades crónicas.
Eliminar refrescos azucarados puede ser uno de los cambios más efectivos para proteger tu hígado a largo plazo. Los estudios recientes, respaldados por Harvard y el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU., son contundentes: cada sorbo cuenta, así que vale la pena que lo dejes a tiempo.
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