La cafeína es uno de los estimulantes más consumidos en el mundo, presente en bebidas como café, té, refrescos y energizantes. Su fama se debe a que aumenta la concentración, eleva la sensación de energía y retrasa el sueño. Sin embargo, no todas las personas experimentan estos efectos. Para algunos, beber café antes de dormir no interfiere con el descanso, ni genera el esperado impulso de vitalidad.
¿Por qué la cafeína no afecta a algunas personas?
La explicación está en la genética y el metabolismo individual. Nuestro cuerpo procesa la cafeína en el hígado gracias a una enzima llamada CYP1A2. Algunas personas tienen variantes genéticas que aceleran esta metabolización, lo que provoca que la sustancia se elimine más rápido y, por lo tanto, su impacto sea menor o casi nulo.
Otro factor clave son los receptores de adenosina en el cerebro. La cafeína actúa bloqueando esta sustancia, responsable de generar somnolencia. Sin embargo, en ciertos individuos estos receptores no reaccionan de la misma manera, lo que reduce significativamente la capacidad de la cafeína para mantenerlos despiertos o alertas.
Además, la tolerancia influye. Quienes consumen café de manera habitual pueden desarrollar una resistencia a sus efectos, al grado de no notar cambios en sus niveles de energía o sueño.
Finalmente, influyen aspectos como el estilo de vida, la dieta y el estado de salud general. En conjunto, estos elementos determinan la sensibilidad o insensibilidad a la cafeína. En conclusión, que la cafeína no altere el descanso ni incremente la energía en algunas personas no es un mito, sino un fenómeno ligado a la biología y hábitos individuales.
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