En enero de 2007, Jennifer Strange, una joven madre de tres hijos, participó en un polémico concurso radiofónico en Sacramento llamado “Hold Your Wee for a Wii”. El reto consistía en beber la mayor cantidad de agua posible sin orinar para ganar una consola Nintendo Wii, entonces muy codiciada. La presión por impresionantes recompensas y el incentivo mediático llevaron a Strange a consumir alrededor de 7,6 litros en apenas unas horas.
Durante el concurso, Strange expresó malestar físico como dolor de cabeza e inflamación abdominal, señales claras de alarma que fueron minimizadas por los conductores del programa. Horas después, fue hallada sin vida en su domicilio, víctima de hiperhidratación aguda (water intoxication), un desenlace devastador que puso en tela de juicio la responsabilidad ética de los medios, y generó debates sobre los límites del entretenimiento en aras de la audiencia.
¿Qué fue el “Hold Your Wee for a Wii”?
Este concurso radiofónico consistía en beber repetidamente botellas de agua (225–240 ml cada 15 minutos), en un ambiente competitivo y retransmitido en vivo, con escasa atención a la seguridad médica. Jennifer Strange se volcó en esta oportunidad por sus hijos, sin saber que el exceso de líquidos podía alterar peligrosamente el equilibrio de electrolitos en su cuerpo, provocando edema cerebral y, finalmente, la muerte.
Tras el trágico desenlace, la estación KDND-FM despidió a diez empleados, incluidos los DJs del programa, y canceló el “Morning Rave”. No se presentaron cargos penales: la justicia consideró que Strange participó voluntariamente y no había indicios de una obligación legal de intervenir.
A 28-year-old woman died after competing in a radio station's on-air water-drinking contest. After downing some six liters of water in three hours in the "Hold Your Wee for a Wii contest," Jennifer Strange vomited, went home with a headache, and died from water intoxication. pic.twitter.com/HwNhD8DUbT
— Twisted History (@twistedhistory) September 22, 2020
Sin embargo, en un juicio civil en 2009, un jurado determinó que la estación era 100 % responsable por negligencia, y otorgó a la familia una indemnización cercana a los $16–16.6 millones.
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