El 24 de junio de 2023, en un hogar de Oregon, nació el bebé Hayden. Al principio todo parecía ir bien: respiraba, se alimentaba, su llanto llenaba el cuarto de vida. Pero apenas 36 horas después, su brillo comenzó a apagarse. Dejó de comer. Apenas respiraba. Sus labios se tornaron azulados.
¿Qué hicieron los padres del bebé recién nacido en lugar de llevarlo al médico?
Sin hospital, pero con mucha oración, esa fue la decisión que tomaron sus padres, Taylor y Blake Edwards, miembros de la iglesia Followers of Christ. La pareja optó por rezar y ponerle aceite, confiando en rituales antes que en médicos. Nadie llamó a emergencias, nadie buscó ayuda profesional, aunque los síntomas eran claros y tratables.
Cuando la gravedad fue evidente, intentaron reanimarlo en casa: agua fría, súplicas, manos unidas en plegaria. Fue demasiado tarde. Hayden dejó de respirar alrededor de las 3:05 p.m. de ese día. Nunca recibió atención médica.
El forense dictaminó que la causa fue encefalopatía bilirrubínica aguda, causada por niveles peligrosos de bilirrubina —una condición que, si se atiende a tiempo, puede ser revertida sin que se pierda una vida.
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Un tribunal condenó a los padres por maltrato criminal de primer grado, y los sentenció a 30 días de cárcel y cinco años de libertad condicional. Además, les impusieron obligaciones estrictas: deben garantizar cuidados médicos para sus otros hijos, asistir a consultas regulares, presentar pruebas de su cumplimiento ante autoridades, y mantener seguro de salud.
Este caso no es aislado. La iglesia Followers of Christ ha sido vinculada históricamente con varios casos similares de niños que murieron por rechazar atención médica en favor de la fe.
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