Con la llegada del Día de Muertos, miles de familias mexicanas preparan altares para honrar a sus seres queridos. Sin embargo, tanto desde la tradición popular como desde la visión de la Iglesia Católica, existen elementos que conviene evitar para que la ofrenda tenga un sentido profundo y respetuoso.
1. Comida “como si realmente pudieran comer”
Aunque es habitual colocar platillos favoritos del difunto, la Iglesia señala que los muertos “no pisan el plano terrenal” y que la ofrenda no debe interpretarse como un banquete literal. Por ejemplo, la idea de que el alma va a “comerse” el mole, el tamal o la fruta entra en un terreno simbólico que puede desvirtuar el objetivo espiritual.
2. Agua, bebidas alcohólicas y exceso de dulces
Colocar un vaso de agua, una copa de licor o varias botellas para que el difunto “brinde” puede parecer un gesto cariñoso, pero desde la Iglesia se advierte que este tipo de símbolos se alejan de la intención de la ofrenda.Lo mismo ocurre con el uso excesivo de calaveritas de azúcar o dulces que remiten más a la muerte como festividad que al recuerdo respetuoso.
3. Objetos que exaltan la muerte como personaje
Figuras, imágenes o alusiones directas a la muerte como un “ser” (por ejemplo, la Santa Muerte) no están alineadas con el enfoque de memoria que promueve la Iglesia: “se recuerda al difunto, no a la muerte en sí”.Esto no significa que no puedas poner objetos personales del fallecido, pero sí distinguir entre recuerdo de la persona y exaltación de la muerte.
4. El pan de muerto como “único único símbolo” sin contexto
Aunque el pan de muerto es un ícono de la tradición y aparece en muchos altares, hay corrientes que advierten que su presencia sin reflexión puede perder el simbolismo auténtico.Por ejemplo, colocarlo como “obligatorio” sin conocer su carga simbólica puede reducir el valor del altar.
5. Sustancias ilegales o que contravengan valores culturales
Las bebidas alcohólicas ya fueron mencionadas, pero también se advierte contra colocar otras sustancias ilícitas, según criterios de respeto y dignidad en la ofrenda.La idea es mantener un espacio de respeto hacia el difunto, no de indulgencia literal.
6. Elementos sin conexión personal o sin significado claro
Poner objetos sólo por estética o sin vínculo con la persona fallecida —sin que hayan sido de su gusto o representativos— puede restar autenticidad al altar. Es mejor elegir pocos elementos con sentido que muchos sin razón.
7. Sobrecargar el altar hasta desvirtuar su función principal
La ofrenda no debe convertirse en una exhibición de objetos sino en un espacio de memoria y oración. La Iglesia y diversos medios recuerdan que lo más importante es el recuerdo del difunto y la conexión espiritual, más que la cantidad de alimentos, botellas o decoraciones.
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